xoves, 22 de setembro de 2011

el despertar (primera parte)

La última vez que me operé, como ya sabeis tenía trece años, buen número. Con esa edad ya eres consciente de todo, bueno, o deberías. Quizás por eso la noche anterior a la intervención nos llevaron a un chico y a mí de visita a la UVI (unidad de vigilancia intensiva). Allí nos explicaron las máquinas que iban a usar con nosotros y para que servían y algo muy importante, como nos íbamos a encontrar cuando nos despertásemos, es decir, entubados, sondados y atados de pies y manos.
No recuerdo a que hora me desperté, bueno la primera vez que me desperté en esa ocasión. Comencé oyendo los pitidos de los monitores. Pi... pi... pi..., unos pis... pis que seguía el ritmo de cada cual.
El primer pensamiento que tuve después de despertar de aquel raro sueño profundo fué "¿dónde estoy?" al que rápidamente le siguió un "estoy viva". Mientras parte de mi cerebro aún bastante anestesiado quería seguir durmiendo e aquel más que placentero sueño, otra parte oyó voces muy familiares. Enseguida reconocí la voz de mis padres, "tengo que abrir los ojos, que me vean despierta". Allí estaban, toditos vestidos con las fundas verdes, el gorro, la mascarilla y supongo que los protectores de los zapatos, mi madre a la izquierda de la cama y mi padre a la derecha. Se estaban marchado, no puedes hablar, así que en un intento de que no se fueran sin verme despierta moví mi pierna izquierda y logré que mi madre se pegara un buen susto pensando que me caía de la cama. Me miró y me vió despierta. 
No sé si lo siguiente que recuerdo fué verdad o la anestesia hizo alguna de sus faenas en la memoria. Creo que me hablaron, mi madre me acarició varias veces mi mano, pero solo fué un minuto, o menos, se tuvieron que ir, se acabó la visita.
Cuando se fueron, mi cerebro volvió a ser llevado a un profundo sueño anestésico. Muy profundo, demasiado profundo, tanto que ni tienes sueños, ni pesadillas.

sábado, 17 de setembro de 2011

un encuentro

Ya estoy en casa después de un día especial. Tenía pensado contároslo nada más llegar a casa, pero estaba cansada y tenía un poco de sueño, pero media hora después aquí estoy para deciros que hoy he ido a Vigo a visitar a mi amigo, el de la gran sonrisa, la mirada clara y el corazón nuevo. Además de conocer a otro chico que también es de allí. Se juntaron al encuentro otras dos chicas con una nena preciosa y una pareja que son unos padres preocupados por el futuro de su niño. Pues allí estabamos, cinco cardiopatías congénitas, cuatro adultos y un niño. Cada cual con su diagnóstico, sus cirugías, sus historias, sus avances, sus retrocesos y con la fuerza de seguir luchando siempre hacia delante.
Personalmente, para mi ha sido bastante importante (aunque no lo pareciera chicas y chicos). Cuando vas creciendo y siendo mayor, siempre tuve la curiosidad de saber si había más gente que estuviera operada del corazón y de la vida que tenía, si era buena como la mía actual, si tenían altos y bajos, si recordaban una infancia feliz como yo. Personas que entendieran esas cosas que sabes que otras personas no las van entender, por el simple echo de que te ven con ese toque de compasión, de "pobriña" que mal lo debió de pasar, cuando, y siempre personalmente, cuando hago un balance global de mi vida, lo más negativo que recuerdo nunca tiene relación con mi corazón, por lo menos, con el corazón físico.
Llegué a Vigo en tren. Un viaje muy ameno, ya que me senté enfrente de una señora y un chico que habían entablado una conversación muy interesante, que llevó a otra interesante y luego a una tercera más interesante que no pude evitar meter baza. Si, soy muy habladora, es más, en un cambio de pila de marcapasos el doctor me sedó para dejar de oírme, pero esa es otra historia.
Me recogió en la estación de Vigo mi amigo del corazón nuevo. Tengo que confesar que me costó reconocerlo. Está teniendo una recuperación muy buena, y el ganar kilos le favoreció, por eso casi no le reconcozco. Chico, que sepas que te he encontrado genial. Nos fuimos al encuetro de otra parte de la gente, nos presentamos nos besamos (los que podíamos besarnos) y nos organizamos para encontrarnos con el grupo final. Un aperitivo en una terracita al lado de la playa. Con el microclima de esa zona, se estaba genial, y comenzamos a intercambiar anécdotas, aventuras, experiencias y algún consejito a la mamá y al papá. Me hizo gracia cuando la otra chica cardiópata le dijo a su amiga que no se preocupara, que hablaríamos solo un ratito de nuestra particularidad. Error, nos pasamos el aperitivo, la comida y el paseo posterior básicamente con el monotema. Eso sí, siempre con las sonrisas en la cara.
Luego del aperitivo, nos fuimos a comer. Los chicos que son los de Vigo, es decir los anfitriones, nos llevaron acertadamente a una casa rural, donde comimos muy bien y pagamos muy poco. Aquí os dejo el postre que me zampé.
Después de comer no fuimos a dar un paseíto a Baiona. Zona vieja y un pequeño paseo para ver las al fondo Las Islas Cies.
Próximo encuentro en Santiago de Compostela. Os apuntais ¿verdad?

domingo, 11 de setembro de 2011

hace diez años

Si te preguntan cualquier día ¿dónde estabas tú hace diez años?, le responderás de una forma u otra que ni te acuerdas. Pero si haces hoy esa pregunta, mucha gente te contará lo que estaba haciendo el 11 de septiembre del 2001.
Yo me enteré del atentado tiempo real. Me encotraba en mi cama con la tele encendida dispuesta a ver el telediario de las tres de la tarde, después de la siesta y de tener mi último examen de septiembre. Salió el presentador, contó la noticia destacada del día, de la que por cierto no me acuerdo y dieron entrada al sumario del resto de lo que contarían en la siguiente media hora. Se acaba el sumario y, acto seguido, sale una imagen de una torre gemela incendiada. 
Yo la reconocí, ya que Nueva York era una de las metrópolis donde a mi me gustaría viajar, y una de las razones eran esas dos torres.
¿Que pensáis que se me ocurrió cuando vi semejante imagen? Pues lo siguiente: "¡Joder para los de Hollywod!, ya hacen promos de sus pelis en el telediario". La imagen estuvo varios segundos, yo diría que casi un minuto, viendo como salía un humo negro de la torre y yo esperando la siguiente escena de la gran superproducción que iban a publicitar. La siguiente escena pinchada fue al presentador del telediario diciendo que la torre ardía, ¡de verdad!. Informando que no se sabía muy bien porque ya que los datos que les llegaban eran pocos y confusos. "Parece ser que un avión se estrelló contra la torre, pero no se sabe porque motivo".
No hizo falta esperar mucho, minutos después ya sabemos todos lo que pasó. Me pasé la tarde mirando una y otras vez las imágenes mil veces repetidas, las que dos vimos y seguimos viendo año tras año. Las miraba con un ápice de incredulidad, mucha tristeza y intentando comprender porque en el cerebro de algunas personas puede existir tanta crueldad.
Hace diez años, cursé mi tercer año de carrera. Hace diez años, pasé mi peor verano en bibliotecas para poder tener una puntuación que necesitaba para la beca. Hace diez años le dí el mayor susto a mi hermana por tanta hora de biblioteca y poco de sueño. Hace diez años conseguí dicha beca para irme un año a Granada y cursar cuarto curso.  Hace diez años volé por primera vez en avión, y después de este día. 
Hace diez años fallecieron 2.973 personas, fruto de unos incomprensibles pensamientos religiosos radicales. Hoy se les llora y se les recuerda. Yo también. DEP.

domingo, 4 de setembro de 2011

nos fuimos de boda

Ya estoy en casa después de un fin de semana en Bilbao, donde una prima se casaba. Nos fuimos de boda. Allí estábamos, celebrando la unión de dos personas que se quieren. Ha sido todo muy bonito. En una catedral pequeña pero preciosa, la novia y el novio guapísimos, una cena espléndida, el bailoteo donde te das cuenta de que los pies tienen un aguante limitado en cierto tipo de zapatos, y una lluvia cojonera durante toda la tarde. Familia que hacía mucho tiempo que no veías, que se enteran de que tienes pareja cuando hoy es tu segundo aniversario. Primos que vuelves a ver y son el doble de altos y algo más anchos, primas que ya trabajan y tu recuerdas cuando empazaban a andar, como la que se casó. Te pones al día, te cuentas historias, hablas de la vida, y te das cuenta de que se necesitan como disculpa grandes celebraciones para ver a personas que no ves en años por lo difícil que es reunir a tanta gente de distintas ciudades. 
Pero he de decir que a pesar de estar celebrando algo tan fantástico como una boda, mi mente también estaba pendiente de un pequeñito nene que se estaba operando al otro lado del Atlantico. Estaba atenta a mi caralibro (recuerden; facebook). De vez en cuando desde mi móvil accedía por si su padre o su madre publicaban algo. Era algo que estaba en mi cabeza, no me acordaba ni del cambio horario, yo vigilaba para saber que había pasado, hasta que si pasó, y dijeron que todo había salido bien. Me relajé. A pesar de la distancia, parte de mi prefería estar con esa madre y ese padre con el que me une alguna charla los sábados por la tarde mientras me entretiene con su trabajo de locutor. Estar allí, acompañándolos, dándole ánimos, energía positiva, un abrazo necesario, un apretón de manos, y un silencio reconfortador. No puedo estar allí con vosotros, pero desde aquí os mando toda mi energía, con tanta intensidad, que llegará hasta donde esteis, allá, al otro lado de todo un océano, en el otro hemisferío de la tierra.
Ánimo papá y mamá.
 

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