mércores, 11 de xullo de 2012

hace dos semanas

A finales de febrero escribí una entrada donde contaba que ahora estaba al otro lado. Al otro lado de un diagnóstico, al otro lado de una intervención, de un pronóstico, y que me encontraba al otro lado de un tratamiento. Hace dos semanas que estoy al otro lado de la pérdida. Hace dos semanas que mi padre falleció de un cáncer. 
Todo fue muy rápido. En seis meses, y a pasar de que se intentó lo posible, pero el cáncer nos venció. Dentro de toda esta situación, he de decir que lo mejor fue el poco sufrimiento que hubo. Que falleció en casa y que los últimos días estuvo rodeado de su mujer, su hijo e hijas y sus niet@s. Disfrutó de la comunión de una de sus nietas en sus últimos días.
Perdonar, pero hoy, escribiéndoos esto, estoy desahogando toda la presión. Siempre he escrito. Por eso lo del blog, porque me gusta escribir. Una de las cosas que tiene escribir, es que en los momentos malos te deshaces de todo lo negativo. Antes lo hacía en unas libretas que conservo y que casi nunca he vuelto leer. Hoy os escribo a vosotros. Os escribo con una amalgama de sentimientos, dejando que mis dedos tecleen sin nunca volver atrás, para que salga de mi el dolor y la rabia. Porque, ya sabeis que soy positiva, con el vaso medio lleno. Pero a veces te dan ganas de patear esta mierda de vida que nos toco vivir (perdonar las expresiones, pero hoy no escribe la cabeza, escribe el corazón). Por llevarse a un padre y a un abuelo que estaba a punto de comenzar una nueva etapa en su vida disfrutando de su jubilación y sus niet@s. 
Deciros, que lo del vaso medio lleno lo heredé de él. Él siempre mirando hacia adelante. Hasta el último día pensaba que iba a ganar todas las batallas, una a una, hasta acabar con la guerra. Mi padre salía a bailar con mi madre. Le encantaba su sótano con todas sus herramientas, su bricolaje, sus apaños. Mi padre ha sido emigrante en París, albañil en España. Celebro sus bodas de plata. Tuvo un hijo y dos hijas. Tenía dos nietos, una nieta y media más. En camino viene otra que no llegó a conocer. Mi padre apenas se enfadaba, pero cuando lo hacía era mejor retirarse. Podría contaros tantas cosas de mi padre, pero las lágrimas no me dejan.
No os preocupeis. Días malos los tenemos tod@s. Yo siempre el vaso medio lleno, aunque yo hoy tenga ganas de patear esta mierda de vida.

P.D.:Por favor, todos los comentarios que se hagan, en la medida de lo posible por privado, por discreción familiar.
 

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