venres, 20 de maio de 2011

vacaciones (capítulo uno)

Seguro que algunos ya habíais pensado que me había olvidado de vosotr@s. El trabajo que tengo no es duro, pero llego a casa mentalmente agotada. Pero lo bueno de tener trabajo, no es solo el sueldo y la satisfacción que da para tu autorrealización, por lo menos en mi persona, sino porque normalmente tienes derecho a unas vacaciones. Pues ahora me encuentro en esos días. Hoy es mi tercer día de vacaciones. El primero me lo dediqué a mi imagen. Por si no lo sabéis, mi pelirrojo es artificial, así que de vez en cuando hay que darle una tintura a las raíces morena y cada vez más raíces blancas. Me fui a ponerme guapa. La tarde me la pase de compras y tomando algo con unas amigas que hacía siglos que no veía, y a hacer la maleta. Ayer, realmente empecé mis vacaciones con un viaje.
Me encanta viajar, y por un motivo y otro (siempre económico) hacía tiempo que no lo hacía, así que esta es la oportunidad. Decidí ir al sur. Calorcito de mayo, que aún no es muy intenso. Mi primera parada será en Córdoba, que está de feria, a visitar a una amiga a la se la debía hace siglos. Pero ahora estoy haciendo parada en Alcobendas en casa de mi hermana. 
Me vine ayer en tren hasta Madrid. En el Talgo diurno, que ahora lo llevo mejor que el nocturno. Es más ameno, se pasa más rápido, entre las pelis, el libro, la nintendo, el mp3 y los paisajes que pasan por la ventana, y vas viendo como cambian a lo largo del viaje por media España. 
Es lo que tiene mi país que del norte al sur cambian muchas cosas, muchísimas cosas, casi todo cambia. Primeramente, como ya dije, los paisajes. Sales de una Galicia con sus montañas y montes verdes, pinos (y eucaliptos),con pequeñas aldeas y casas solitarias espercidas por los sitios más inpensables, las vacas paciendo, los huertos pequeños de automantenimiento,... y poco a poco, las montañas se empequeñecen y todo va cambiando de color, el verde ya es otro verde, los árboles cambian y van desapareciendo, hasta que por sitios ves un árbol solitario en una gran explanada, las aldeas son más concentradas, y apenas encuentras casas solitarias, no ves apenas animales excepto que por casualidad veas algún rebaño de ovejas (lo que ayer no sucedió) y ya no hay huertos, si no grandes explanadas en las que se suele plantar algún cereal y con sus aparejos de regadío, y así vas llegando a la gran ciudad, que se anuncia con pequeños pueblos dormitorio.
Hoy me he despertado en casa de mi hermana a las diez, si si, a las diez, horario ya de vacaciones. Bueno, es verdad que me han despertado a las siete para que pudiera ver a mi ahijado, que en cuanto me vió me reconoció y saltó de alegría, yo no salté pero me alegré tanto más que él de verlo. Después de que ya se fueran a trabajar unos y a la guardería el otro me volvía a dormir, ¡hasta las diez!. ¿Que se hace en vacaciones? Pues me vestí, con un vestidito que hacía una temperatura agradable, lo que hace darte cuenta de que tus piernecitas aún están blancas como la leche. Me bajé a desayunar al bar habitual cuando estoy aquí, un cafecito pequeño, aquí le llaman mediana. Veis, esa es otra de las diferencia de España, en cada lugar el café con leche se sirve y se llama de otra manera, ¡menos mal que las tostadas se llaman tostadas en todo el país! Pues, a lo que iba, desayuno y paseíto mañanero. Ahora me dispongo a comer algo y ya me bajaré a Atocha a coger el AVE (Alta Velocidad de España; que no recorre toda España) para irme ya a la feria de Córdoba, que lo contaré en el capítulo dos.

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