martes, 15 de marzo de 2011

el bichocán

Leyendo el blog, parece que sólo tuve aventurillas de niña. Pues no es así, es más hoy os contaré una que ya tuve de "mayor".
El verano pasado me fui de camping con mi novio. Un camping con una playita al lado, tranquilito, porque mayormente era familiar. Enclavado en un marco natural con flora y fauna a observar, o eso dijeron por la megafonía a mediatarde.
Allí llegamos por la mañana. Montamos nuestro chalet de lona, ¡que trabajito nos ha costado!. Pasamos la tarde y a la noche nos disponemos a dormir en la habitación. Como hacía algo de calor, decidimos dormir con la cremallera sin echar, es decir, con la puerta de la habitación abierta. 
Todo comenzó a la una y media de la madrugada. De pronto noto que el colchón se mueve y me despierto y veo un animal a mis pies. Al incorporarme con el susto el animalillo también se asustó y paso a lo que seria el salón del chalet de lona, mientras yo despierto a mi novio: -Cariño, cariño, hay un "bichocán" (léase bichoperro) en la tienda. Él se incorpora y con los ojos aún pequeñitos centra su vista en el animal y dice tranquilo: - ¡Si es un zorro!  - Vete, vete - le dice al zorro agitando la mano. El zorro todo obediente se va de nuestra casita. Yo cierro la cremallera.
Las tres y media de la mañana. Me vuelvo a despertar porque oigo a gente hablar fuera de la tienda. Agudizando el oído, oigo (valga la redundancia) que están hablando del zorro y que a uno de los niños de la tienda de enfrente le hizo daño cuando ambos se asustaron. -Cariño, cariño- vuelvo a despertar a mi novio - a los de enfrente les atacó el zorro. Nos levantamos y nos unimos al grupo que estaba ya buscando si el zorro seguía en el camping. El grupo lo formaban los padres, un chico de otra tienda a la que el zorro también había entrado y el gerente del camping con un perro. Charlando, dedujimos que el zorro estaba acostumbrado a los seres humanos, que no les tenía miedo; que ya en alguna ocasión alguien le habría dado comida y ahora entró a buscar. En algunas tiendas había bolsas revueltas. Allí estaba la cuestión: el zorro quería comer. Nos volvimos a dormir, en mi caso más bien a intentarlo.
Cuando ya por fin comenzaba a dormir, a eso de las cinco y media, mi cerebro volvió al sentido de alerta: ruidos en la tienda. Oía como el zorro removía por las maletas. - Cariño, cariño, el zorro está en la tienda. Mi novio despertó y también oía al zorro revolver. - Fuera, fuera-. El zorro que oía pero no nos veía comenzó a correr por la tienda, dando vueltas por la lona que hacía de habitación, y mi novio, dando con la mano y el pié para que se fuera, hasta que cuando estiró un pié, el zorro que se sintió atacado por la lona le clavó el diente, y además de hacerle un agujero a la lona, casi le hace a un dedo del pié de mi novio. Lo oíamos correr, subirse al sofá, hasta que se fue. 
Volvimos a salir de la tienda. Fuera seguían los padres y el gerente que iba detrás del perro que perseguía al zorro. Nada. Desapareció. Pero mi nerviosismo estaba ya en su punto más álgido. ¿Cómo dormir?. Seguro que no sería capaz. Así que decidimos vestirnos y coger una toallita para dar un paseo romántico por la playa. 
Lo que tiene que pasar, para un paseo romántico de madrugada a la luz de la luna y con el murmullo de las olas como música de fondo.
¡Ah! Volveré.

2 pensamientos externos:

Kalma05 dixo...

no se pq no encuentro eso de seguir(te) en tu pag ¬¬

Unknown dixo...

uy! puede que con el cambio de plantilla lo olvidara poner, ahora va!

Publicar un comentario

 

Copyright © diario de una fontan. Template created by Volverene from Templates Block
WP by WP Themes Master | Price of Silver